Cada niño, niña, padre o madre son diferentes. Hay que conectar con sus necesidades.
¿De qué se quejan los padres?
Comida, los vídeo juegos, no obedece, las rabietas, los gritos, los celos, movimiento, insultos, desafíos, etc.
¿Cómo reaccionan los padres?
Castigos, gritos, golpes, enfados, ignoran, etc.
¿Qué efectos produce estas respuestas?
Rabia, rencor, etc
¿Por qué los padres reaccionan así?
Nos dejamos llevar por las emociones, lo hemos aprendido así, etc.
Si tu hijo está a punto de entrar por la puerta, ¿Qué tipo de persona te gustaría encontrarte?
Feliz, con valores humanos, buena persona, generoso, amable, responsable, coherente, luchadora, con personalidad, valiente, sociable, etc.
¿Cómo lo educamos para que sea así? Sabemos dónde queremos llegar
Les tenemos que enseñar a que sea responsable, generoso, a empatizar, a pensar por sí mismo, a defender sus ideas, etc.
Es mejor avalar el proceso en lugar que el resultado de una actividad o tarea que ha hecho un niño. De esa manera enseñamos al niño sobre sus habilidades, fortalezas y oportunidades.
El premio sin una reflexión no sirve de mucho.
Como adultos hay que manifestar nuestras emociones para que el niño imite el vocabulario emocional.
La disciplina positiva habla de Respeto mutuo. Requiere de mucha paciencia.
Hay que saber compartir y practicar la responsabilidad.
Los límites tienen que estar muy claros para poder entender como comportarse con seguridad. Los límites lo llevan hacia el objetivo, hacia lo que queremos de ellos, hacia el aprendizaje de las habilidades para la vida.
La obediencia desde el compromiso. Dar opciones para que el niño decida con el compromiso de obedecer.
Los errores son oportunidades para aprender habilidades.
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