martes, 30 de junio de 2015

10 ideas Montessori para la escuela

Los estudiantes te lo van a agradecer.

1- Recibe a los niños con amabilidad y cariño cada mañana.
Porque vas a ser un referente para ellos. Nada más llegar al cole, saluda a los niños amablemente, con cariño, individualmente. Pregúntales que tal se encuentran o como pasaron la tarde de ayer,…Hazlo relajado/a, que salga de dentro de tí…Con el tiempo se convertirá en una rutina que ellos te agradecerán enormemente.


2- Al aula con un calzado diferente 
A principio de curso, pide a los niños que lleven un calzado cómodo o un calcetín grueso para estar mientras estén en el aula. Deja un espacio en el aula (si es fuera mejor) para que los niños, nada más llegar de casa, tengan un lugar donde poder cambiarse de calzado. Entrarán al aula con ese calzado cómodo y tendrán una sensación más placentera y de comodidad, como si estuvieran en casa.

3- Algo de comida y bebida en el aula de forma permanente 
En un espacio de tu aula, coloca una mesa donde habrá una jarra de agua y vasos y junto a ella un boll con fruta troceada de temporada. La jarra de agua que esté siempre llena y la fruta pones un poco por la mañana y otro poco a media mañana. Junto a esta mesa, coloca otra con una silla donde se sentarán los niños para comer la fruta. Explica a los niños a principio de curso que a partir de ahora quien quiera beber agua o comer un poco de fruta solamente tendrá que levantarse, servirse y sentarse en la mesa habilitada para ello. Eso sí, lo hará en silencio sin interrumpir a nadie. No tengas miedo a vivir esta experiencia, quizás te lleves una sorpresa.

 4- Ir al baño cuando uno lo necesite, no cuando el adulto lo autorice 
Manteniendo el respeto, en silencio, si correr, sin interrumpir…el niño podrá ir al baño cuando lo necesite. Recuerda que es una necesidad fisiológica, no un capricho. Si crees que el niño va mucho al baño porque no quiere estar en clase, quizás tendrás que preguntarte tú como docente por qué ocurre eso.

5- Un poco de música ambiente. 
Poner un poco de música, clásica, música agradable… a un volumen bajo pero que se escuche es una experiencia que no puedes dejar pasar. Resulta agradable, relaja y hace que la estancia en el aula sea realmente placentera y no molestará a nadie.

6- Rompe con la rutina de vez en cuando 
Sobre todo cuando sientas que el grupo no va, que está atascado. Rompe la rutina, haz un juego diferente, cuenta un cuento,…lo que sea, pero haz algo diferente. Incluso, y esto es algo muy bonito, invita a dos niños de cursos superiores y que sean ellos los que una vez por semana les cuenten un cuento. Volverás a captar la atención de los niños y sentirás a través de su actitud como te lo agradecen. Recuerda que ellos te necesitan.

7- Decora tu aula con unas bonitas flores
O con unas macetas, pero que haya vida en el aula. Muéstrales como se riegan y establece una rutina para regarlas y cuidarlas. Tu aula quedará bonita y a ellos les estarás dando la oportunidad de cuidar su ambiente, y eso es super interesante!!!

 8- Baja pulsaciones antes de entrar al aula
Ten estrategias preparadas para cuando los niños regresen del patio al aula, o vengan de hacer alguna actividad especial. Los niños van revolucionados después de jugar y no es bueno que entren al aula con altas pulsaciones. Por ello, antes de entrar al aula del patio, une al grupo en un lugar establecido, ten preparada una jarra de agua con vasos y que vayan bebiendo por turnos a la vez que están sentados esperando. Conseguirás que se relajen y la entrada al aula será mucho mejor.

9- Resolución de conflictos 
Aquí el adulto tiene que hacer un trabajo personal excepcional. Los niños están aprendiendo a través del juego y es normal que surjan conflictos. Dedícale un tiempo que sea interesante y productivo, no te tomes como algo personal que haya conflictos, ni catalogues a los niños como buenos o malos. Cada niño es como es y conflictos siempre van a existir.

10- Despídete como los recibiste.
Con amabilidad, con cariño, uno a uno, con un beso, con un abrazo, dándole la mano. Lo de tocar un timbre o sirena y salir todos “disparados” queda un poco frío. Si le dedicas un tiempo a esta acción verás como es realmente interesante tanto para los niños como para tí. Es una manera de acabar la jornada muy provechosa para ambos, para ellos y para ti.

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